jueves, enero 21, 2016

Génesis 38 y 39

Génesis 37
Comienza una de las historias más maravillosas jamás contadas, la de José. Empieza con un muchachito iluso, consentido y soñador a más no poder, pero este capítulo nos ilustra como los celos de sus hermanos por él, alimentados por la preferencia que le tenía su padre, y su imprudencia en la forma de comunicar sus sueños le causaron mucho daño. Al grado de terminar siento objeto de un plan para matarlo de sus hermanos, el cual gracias a Dios y a la intervención, primero de Rubén y luego de Judá solo termina en unas horas en una cisterna y con un largo viaje para ser vendido como esclavo nada menos que en Egipto, el gran imperio del momento.

Génesis 38
Esta historia nos enseña varios principios, además de que nos muestra las costumbres de la época y lugar en donde vivían los descendientes de Israel. Todo lo relativo a dar descendencia a un hermano muerto era propio de la cultura, y tenía que ver con la importancia de tener descendencia. Por otra parte nos muestra que Dios castiga al perverso y que lo hace fuertemente sin importar de quien ese perverso es hijo. Dios también me da una lección respecto a la astucia o inteligencia de la que uso Tamar para poder tener descendencia de Judá como el padre de sus difuntos esposos para procrear y así dejar descendencia. Termina con los nombres de los gemelos que representan el linaje de Judá: Fares y Zera.

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