Génesis 37
Comienza una de las
historias más maravillosas jamás contadas, la de José. Empieza con un
muchachito iluso, consentido y soñador a más no poder, pero este capítulo nos
ilustra como los celos de sus hermanos por él, alimentados por la preferencia
que le tenía su padre, y su imprudencia en la forma de comunicar sus sueños le
causaron mucho daño. Al grado de terminar siento objeto de un plan para matarlo
de sus hermanos, el cual gracias a Dios y a la intervención, primero de Rubén y
luego de Judá solo termina en unas horas en una cisterna y con un largo viaje
para ser vendido como esclavo nada menos que en Egipto, el gran imperio del
momento.
Génesis 38
Esta historia nos enseña varios principios, además
de que nos muestra las costumbres de la época y lugar en donde vivían los
descendientes de Israel. Todo lo relativo a dar descendencia a un hermano
muerto era propio de la cultura, y tenía que ver con la importancia de tener
descendencia. Por otra parte nos muestra que Dios castiga al perverso y que lo
hace fuertemente sin importar de quien ese perverso es hijo. Dios también me da
una lección respecto a la astucia o inteligencia de la que uso Tamar para poder
tener descendencia de Judá como el padre de sus difuntos esposos para procrear
y así dejar descendencia. Termina con los nombres de los gemelos que
representan el linaje de Judá: Fares y Zera.
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