Estos dos capítulos me
resulta mejor comentarlos juntos. Porque mientras que en el 19 se describe esa
invitación de Dios a manifestarse o mostrarse a su pueblo, y un protocolo
previo al encuentro que implicaba preparación y santificación del pueblo, el siguiente
capítulo nos muestra que el pueblo no quiso que Dios hablara directamente con
ellos.
El asunto es el temor.
Mientras que el temor infundido era para que no se atrevieran a pecar, ellos
estaban teniendo miedo a Dios en su esencia. Los prejuicios e ideas
preconcebidas del Señor les estaban estorbando. A veces así somos. No estoy de
acuerdo con esas ideas de temor reverente entendido como respeto solamente. A
Dios se le teme, y si sabemos que es fuego abrazador, Dios vivo, Dios justo,
soberano y todopoderoso, nos debe dar
miedo el hacer algo que lo moleste. Sin embargo muchas veces preferimos ignorar
estos atributos de Dios para seguir viviendo una vida desordenada. Por otro
lado como dijera el dicho: “El que nada debe, nada teme”. Al conducirnos
conforme a sus mandatos no debemos de tener temor. En este contexto los 10
mandamientos son una guía general de como relacionarnos correctamente con Dios
y con los hombres.
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