lunes, febrero 01, 2016

Éxodo 3 y 4

Éxodo 3 y 4
El llamado de Moisés es muy interesante. Desde algo tan natural como un arbusto, pero con el sello de la sobrenaturalidad de Dios, que se hacía ver en el fuego que no consumía. Lo atrajo desde su propia curiosidad, se le revelo como el Señor, el Yo Soy y Santo. Moisés se quedó perplejo y a la vez se sentía incapaz de llevar a cabo la misión.
Dios estaba respondiendo el clamor de su pueblo, lejos de ahí, con alguien de quien no sabían nada. A Moisés por su parte le hace saber de ante mano que Faraón no los dejaría ir fácilmente, pero le asegura que estará con él y que señales de poder lo respaldarán.
A cada excusa o temor de Moisés, Dios le da una paciente respuesta y muestra de respaldo, las dudas de identidad, capacidad y credibilidad del mensaje que llevaba.
Dios le concede que Aarón sea su ayudante, y cuando se enoja con Moisés es tajante para dar su última indicación sin darle lugar a una nueva objeción.
Todo esto me enseña muchos principios respecto al llamado de Dios. Él nos anima, nos respalda y nos envía.
Después vemos la importante función de una esposa con discernimiento. Moisés no había cumplido con la obligación de circuncidar a su hijo y eso casi le cuesta la vida, pero tuvo una esposa que resolvió la situación con sabiduría. A su llegada a Egipto Moisés es bien recibido por su pueblo, y todas las cosas pintan muy bien.


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