Levítico 27
Los votos eran
promesas a Dios, y había una variedad de razones por las cuales alguien podía
hacer una promesa. Podía prometerse ella misma, alguien bajo su autoridad, un
animal o cualquier bien. Dios permitía esto pero también, una vez más les
aseguraba su patrimonio al recibir sus propiedades inmuebles de vuelta en el
año del jubileo. Cualquier cosas que se quisiera recuperar había que pagar el
20 por ciento sobre ello. Estas reglas propiciaban un respeto por la palabra de
las personas, obligándolas a cumplir su voto, o de hacer una excepción, haciéndoles
pagar un cargo por ello. ¿Nosotros
actualmente, cumplimos nuestras promesas a Dios?
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