martes, marzo 15, 2016

Números 7 y 8

Números 7
Una ceremonia de consagración de los utensilios para el tabernáculo no era tomada con ligereza, no solo por Moisés y Aarón sino por todos los líderes de cada tribu y la nación entera, de tal manera que ofrecieron en ese día regalos abundantes. De las carretas con bueyes que ofrecieron, Moisés repartió entre los clanes de Leví sin incluir a los que transportaban los objetos más sagrados entre los cuáles estaba el arca, ya que tenían que transportar estos sobre sus hombros sin excepción. Además de todo ello cada uno de los jefes de las tribus ofreció generosas ofrendas de paz, por el pecado y voluntarias. Hubo animales en abundancia así como vasijas tazones y otros recipientes de oro y de plata que sumaban un gran valor. ¿Qué tipo de ofrendas generosas podemos ofrecer a Dios actualmente y en que ocasiones? Si, se bien que Jesús fue el sacrificio perfecto, pero aquí estamos hablando de ofrendas, de algo voluntario  y no algo necesario. Esa sería para mí la reflexión.

Números 8

La dedicación de los levitas debó ser una ceremonia emotiva, ya que el pueblo estaba ofreciéndolos literalmente como ofrenda para Dios en lugar de todos los primogénitos de Israel. En esta ceremonia también fueron purificados o hechos ceremonialmente limpios y asignados por primera vez a llevar a cabo sus trabajos de a los sacerdotes. Esta ceremonia incluía nuevamente sacrificios y los levitas pusieron sus manos sobre el sacrificio como señal de que éste estaba ocupando su lugar. Una y otra vez tenemos recordatorios de como el pecado cobra vidas y Cristo como cordero inmolado pago por la nuestra con su propia sangre. ¿Valoramos el sacrificio del Señor en nuestro lugar? ¿Valoramos la relativa sencillez con que podemos servir a Dios sin una ceremonia o ritual como el que tenían que llevar a cabo los levitas?

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