1 Samuel 23
Esta tensa parte de la vida de David, con un ejército detrás de su
cabeza, no le impidió hacer uso de su liderazgo para librar más gente del abuso
y opresión de los filisteos. Esto habla de un David que no olvidaba cual fue su
llamado inicial y contribuía al cumplimiento de su propósito en toda
oportunidad. Aún así los de Kelia y Zif estaban dispuestos a entregarlo,
después de que los había librado de los filisteos. Siempre habrá gente ingrata y
es por eso que no debemos guiarnos por la expectativa de que la gente sea buena
o reaccione correctamente, sino que debemos buscar la dirección de Dios que nos
guardara en todo momento. Es por esta misma búsqueda de la voluntad de Dios que
David no se quedó en Keila y que cuando daba la vuelta a la misma montaña en
cuyo otro lado se encontraba Saúl y sus hombres, Dios permitió que algo sucediera
que demandara la presencia de Saúl y David fuera librado una vez más de sus
manos.
1 Samuel 24
Pagar el mal con bien no es fácil, menos cuando el que busca tu mal
quiere nada menos que tu cabeza. Esto fue lo que hizo David con Saúl, al
perdonarle la vida cuando lo tuvo en sus manos. David forjaba su carácter bajo
ciertos principios a los que se sometía y uno de ellos era el de honrar a quien
había recibido la unción y autoridad de Dios para una función, y prefirió huir
de él que matarlo. Saúl tuvo un corto tiempo de lucidez gracias a la prudencia
de David y el poder del perdón. Saúl en este corto lapso hizo un pacto con David,
reconoció verbalmente que este joven era mejor que él y lo hizo comprometerse a
que trataría de buena forma a sus propios descendientes una vez que David llegara
al trono
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