Hageo 1.
Ya la mayoría de las palabras proféticas en relación a la historia inmediata de Israel se han cumplió, fue destruida Jerusalén, hubo algunos que se quedaron ahí y unos cuantos más cerca de este tiempo regresaron de otros lugares. Muchos han restablecido sus vidas y funciones sociales. Siembran, cosechas y tienen sacerdote y gobernador de su pueblo. Sin embargo no han dado prioridad alguna al templo. Dios habla a su pueblo de que deben cambiar sus prioridades para que puedan ser mayormente prosperados. Cuando escuchan esta palabra se arrepienten de su error y se animan, ahora Dios da una palabra de aliento al decir: Estoy con ustedes. Cuando la obra de Dios es nuestra prioridad, el nos concede prosperidad en nuestras empresas.
Hageo 2.
Hay tres promesas sobre Jerusalén y el templo. Que la gloria que tendrá será mayor que la que tuvo el templo anterior, que Dios traería riquezas de las naciones a ese lugar, y que habría paz.
Y el día que pusieron los cimientos, ese mismo día Dios prometió que ya no verían menoscabo de sus cosechas y trabajos sino que desde ese día verían su bendición. La promesa de bendición para el líder que hizo conforme a lo que Dios les llamo a hacer fue muy especial. Dios lo haría como su sello real. La obediencia pocas veces se ha visto en Israel, pero cuando se vio fue muy recompensada.
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