miércoles, febrero 09, 2011

Dios un Rey de leyes justas. Levítico 24, 25, 26 y 27

Levítico 24.

El aceite para las lámparas era lo que mantendría luz en aquel lugar conocido como el tabernáculo. Hoy tu y yo somos el templo del Espíritu Santo y el y su palabra son los que nos mantienen en luz. Los panes de la proposición eran la forma de presentar continuamente ofrenda de aroma fragante en nombre de cada una de las tribus de Israel. En este mismo capítulo se relata la historia de un hombre de madre Israelita y padre Egipcio que se atreve a blasfemar contra Dios. El castigo debe ser ejemplar, se le da pena de muerte y se establece un precedente para tales casos.

Levítico 25.

Año de reposo para la tierra. Este principio es materialmente muy importante. Si bien Dios estableció siempre el día de reposo poniendo el mismo el ejemplo. En el caso de la tierra esto no es posible. Sin embargo cada seis años es posible dejar a la tierra reposar. De la aplicación de esta ley dependería la productividad a largo plazo de la tierra de siembra. Además de ello Dios establece el año del jubileo en el cual toda propiedad vendida o confiscada debe de regresar a su dueño original o su familia. Evitando de esta manera los desequilibrios y desigualdades sociales. Además queda establecido que ningún Israelita podrá ser esclavo de por vida. En el jubileo todos deben de salir libres sin importar las condiciones de la negociación bajo la cual quedaron en esclavitud. Tal principio es muy avanzado para la época; ya que la esclavitud era parte de las culturas en todo el mundo.

Levítico 26.

Las bendiciones por la obediencia son paz, abundancia sin igual y victoria sobre los enemigos. Por otro lado la desobediencia no es solo tiene consecuencias en castigo a los que faltan a la ley; también es una forma de traer el descanso que la tierra necesita. La protección a las condiciones de la tierra que nos brinda provisión es una prioridad para el señor.

Levítico 27.

Las personas podían ser dedicadas a Dios y había lineamientos a seguir respecto a tal voto. Pero no solo las personas, sino los animales y la tierra que era el bien material más preciado que cualquier persona podía tener. Dios permite que algunas veces algo que pertenecía por sus características a lo que se demandaba como diezmo fuera tomado para otro uso siempre y cuando fuera pagado con creces. Esto se entiende ya que en el caso de las cosechas debería de darse lo primero, sin embargo tal vez la excelencia de ello, o del producto del ganado era de alta calidad y preferían usarlo para la producción. También Dios establece entre su pueblo un principio para la valuación de propiedades que se adquirían , de tal manera que bajo el principio del año de jubileo no se actué de mala fe al comerciar. A Dios no se le escapa nada. El es sabio y justo.

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