2 Samuel 5.
David es coronado rey por el resto de Israel que no lo había reconocido aun. De inmediato David va y vence a los Jebuseos que habitaban el monte de Sión que correspondía por promesa a su pueblo y establece ahí la capital política y de la adoración de su pueblo. Dios le da tal liderazgo a David que goza del respeto y apoyo de otros reyes con los cuales no tendrá guerra por no corresponder al territorio prometido a Israel. Tal es el caso de Hiram rey de Tiro. En esta época David continua tomando mujeres y concubinas para si y teniendo mas hijos. David nunca sujeto esa pasión suya y al final de sus días pago un precio muy alto por ello. Durante estos primeros años de su reinado David también recibio ataques de parte de los filisteos. Cada vez que esto ocurría el consultaba Dios para decidir que debería de hacer, de esta forma siempre venció las batallas.
2 Samuel 6.
David hace algo bien intencionado pero a su manera. Asiste e compañía de su ejercito y de los siervos del tabernáculo a traer el arca. La pone en un carro, lo cual no estaba establecido en la ley. La consecuencia es que en un desequilibrio del carro el hombre que se atreve a detener el arca de caer muere instantáneamente victima de la ira de Dios. David entra en temor por un tiempo y deja el arca en la casa de un hombre que es enormemente bendecido en aquel tiempo por causa de tener el arca consigo. Una vez que se entera de la bendición de Obed decide traerla a su ciudad. La danza, la alabanza, los holocaustos y el efod de lino son símbolos del honor que Dios le daba a Dios a quien además conocía. Sin embargo la forma extravagante de danzar sin reservas causa molestia en una de sus mujeres. Mical hija de Saúl quien no tiene hijos jamás.
2 Samuel 7.
David piensa todo el tiempo en honrar a Dios y es así como quiere hacer un lugar para su adoración. Dios decide que no será David quien lleve a cabo tal obra sino su hijo. Uno que será rey y con quien inicia el comienzo de una dinastía que durara para siempre. Tal promesa es maravillosa para David y en lugar de enfocarse en lo que Dios no le permite hacer, le alaba por lo que Dios le promete.
En estos tres capítulos vemos mucho de David. Sus defectos y pasiones, su deseo constante de honrar a Dios y su sujeción a la voluntad de el.
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