miércoles, octubre 19, 2011

Lucas 10-12. Jesus no se anduvo con rodeos.

Lucas 10.
Vaya enseñanza de Jesús en relación a este viaje misionero de los 72. Sanen enfermos, coman lo que les den, reciban lo que les ofrezcan. Y si no son bien recibidos el castigo para Sodoma y Gomorra será menor que el que estos pueblos reciban. El que los escucha a ustedes me escucha mi y el que los rechaza a ustedes me rechaza a mí. Qué declaración a favor de nosotros es esta.
El señor también nos dejo la indicación de alegrarnos porque nuestros nombres están escritos en el cielo y no porque los demonios se nos sujeten. El señor se alegro del fruto del viaje que habían hecho y de las cosas que sus discípulos estaban aprendiendo.
También el tener compasión del que está en desgracia es amar a l prójimo. Jesús nunca cedió ante los intentos de hacerle tropezar o bajar el estándar que demandaba de sus seguidores.
Finalmente las hermanas Marta y María que reciben a Jesús, una no para de hacer quehaceres mientras la otra escucha a Jesús, El señor dejo claro cual estaba haciendo la mejor decisión.
Lucas 11.
El pedir no es malo, pero el pedir el Espíritu Santo es lo mejor que podemos hacer. Y sabemos que lo recibiremos de nuestro Padre bueno. No dejemos de pedir acerca de esto a Dios.
La generación que conoció a Jesús no respondió como debía, así que El les advirtió que el castigo para los que no le recibieron y fueron incrédulos seria duro. EL cuidarnos de la oscuridad, y particularmente el cuidar nuestros ojos nos permitirá ser la luz que fuimos llamados a hacer. Si no hacemos esto más bien seriamos oscuridad. Jesús reprendió a los fariseos en la propia casa de uno de ellos a donde había sido invitado a comer. El Señor no se intimidaba o dejaba comprar. El desafío a que vivieran la justicia y el amor, sin dejar de diezmar y hacer otras cosas que eran visibles a los demás. Los llamo hipócritas; y cuando un escriba le dijo que se sentía ofendido prosiguió a dar la corrección debida también a ellos.
Lucas 12.
El énfasis de Jesús en relación a que no seamos como los fariseos de su época provoca a ver bien de que habla. En este capítulo es claro. Se refiere a su hipocresía, se refiere a que buscan la apariencia pero hacen cosas indebidas en lo oculto, y sin embargo siguen fungiendo como “figuras públicas” de la Iglesia de la época. El reto a temer al que puede destruir al cuerpo es un ‘interludio” previo a advertirnos que pasaremos por pruebas, en las cuales tendremos la oportunidad de públicamente declarar nuestra fe. Ahí habrá el poder del Espíritu Santo acompañándonos.
Cuantas veces hacemos como el que quería que Jesús interviniera para que su hermano compartiera la herencia con él. Queremos que Jesús nos conceda nuestros deseos materiales. El Señor no le concedió al hombre lo que pedía y más bien le dijo que se guardara de la avaricia. En ojos de Jesús vivir solo para acumular riquezas materiales es un desperdicio de tiempo. Incluso preocuparse porque vestir o comer es considerado un absurdo. El mandato es buscar primeramente el reino de Dios, después vendrá la promesa de que lo demás será añadido.

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