Lucas 13.
Todo plazo se vence y toda paciencia tiene un límite. Jesús les hace ver que si no se arrepienten morirán al igual que una persona con pena de muerte acaba de morir, o un accidentado. Hay un tiempo para dar frutos, y si somos encontrados sin el podemos ser “cortados”.
La mentalidad religiosa de los fariseos era un obstáculo para los planes de Dios. Jesús estaba cumpliendo su llamado y sanando enfermos era parte de Él. Para el hacer eso no era trabajo, era su comida. Las comparaciones que el hace con el reino de Dios nos muestran que empieza con algo pequeño como un grano de mostaza, pero debe convertirse en algo tan visible como el árbol, pero también que debe afectar a muchos como lo hace la levadura. La puerta estrecha representa un desafío para nosotros. El Señor dice entrad, o es su responsabilidad sino la nuestra. ¿Cuántas veces se nos ha dicho que es muy fácil entrar al cielo?
El Señor también les dice que la próxima vez que lo vean será viniendo con su gloria manifestada.
Lucas 14.
Jesús sano un enfermo en le día de reposo, si otra vez lo hizo, y su argumento sigue siendo el mismo. Ellos le dan atención a un animalito en el día de reposo pero consideran incorrecto sanar a un enfermo. La siguiente lección que Jesús da es acerca de la humildad y no buscar los mejores lugares en las fiestas. Más bien tomar los lugares más bajos; y cuando hagamos una fiesta invitar a quienes no pueden devolvernos el favor, para entonces recibir la recompensa del Padre. Si bien algunos ahí estaban conscientes del banquete del Reino de los cielos, en realidad muchas veces habían rechazado la invitación a él al rechazar a Jesús. El les ensena que muchos que no eran invitados originalmente entraran ahí por esa causa.
Este capítulo se termina con el desafío de Dios a estar dispuesto a abandonarlo todo por ser su discípulo. Los familiares ya no son la prioridad. Es El. Nos reta a evaluar si estamos dispuestos a pagar el precio antes de aceptar el reto. Pero el que acepta ser sal y después se vuelve insípido es tirado fuera porque ya no sirve.
Lucas 15.
Con tres parábolas Jesús deja claro lo importante que es para Dios que busquemos a los que están perdidos, extraviados y en pecado. Nuestro corazón debe latir a uno con el de Él y debemos gozarnos cuando un pecador se arrepiente. La oveja perdida fue rescatada, la moneda perdida fue encontrada, y el hijo prodigo regreso arrepentido, sin embargo el hijo mayor que no se fue se enoja por el festejo y se compara con él. No nos comparemos con los que apenas han regresado, después de todo cada uno de nosotros de alguna manera ha sido el hijo prodigo.
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